DANIEL
Mensaje de Raúl a Daniel:
Daniel,
Jamás pensé que llegaría al punto de rogarte, pero me niego a perderte. Aunque, sinceramente, sigo sin entender por qué me haces sentir así. ¿Qué te he hecho yo, además de amarte como nadie más podría hacerlo?
Ya te dije lo que he pasado… Perdí a mi padre y a mi hermano, y, aun así, aquí estoy, intentando salvar lo nuestro. Sabes que mi madre te adora, que siempre te consideró parte de la familia.
¿De verdad todo lo que soñamos juntos ya no significa nada para ti? ¿Así de fácil puedes tirar por la borda lo que construimos? No entiendo cómo, después de tanto, tú puedas seguir como si nada, mientras yo… sigo aquí, amándote.
Pero bueno, supongo que ahora tienes otras prioridades.
Aquí estoy. Esperando que recuerdes quién soy para ti.
Raúl
Segundo mensaje de Raúl a Daniel:
Dan, mi corazón,
¿En serio me estás ignorando? Sé que me bloqueaste de todas partes, pero eso no va a detenerme. Seguiré intentándolo porque tú y yo no somos algo que simplemente se apaga.
Solo cierra los ojos y siente… lo sabes. Lo sabes en tu corazón. Aún me amas. Aún hay algo entre nosotros, aunque te niegues a aceptarlo.
Sí, ya me enteré de lo del director de orquesta. ¿Tazarte? Está bien… entiendo que intentes distraerte. Lo respeto. Pero también sé que no lo amas como me amas a mí. Nadie puede ocupar mi lugar, Dan. Nadie.
Y aunque nunca lo digas en voz alta, aunque te mueras de miedo por aceptar que lo nuestro sigue vivo, sé que lo piensas. Nos conocemos demasiado.
No te cierres a lo que somos. Aquí sigo… esperando que reacciones.
Raúl
Tercer mensaje de Raúl a Daniel:
Dan,
No sé qué más quieres que haga. He sido paciente, comprensivo, incluso humilde, cuando sabes que no suelo serlo por nadie. ¿Hasta dónde piensas llevar esto? ¿De verdad te crees tan perfecto como para tirarlo todo así, sin mirar atrás?
Me duele que te comportes así conmigo. Después de TODO lo que hemos vivido, ¿merezco este desprecio? Nadie te va a amar como yo, Daniel. Nadie. Ni ese tal Tazarte, que sólo llegó a ocupar un espacio que siempre fue mío. ¿O acaso crees que alguien como él soportaría lo que yo soporté?
¿Dónde quedó el Daniel que me decía que sin mí no podía? ¿Ese que me juraba que estaríamos juntos contra todo? ¿Ahora resulta que eras mentira? Qué fácil te olvidas. Qué fácil me cambias.
Pero no te preocupes, yo sí me acuerdo de cada palabra que me dijiste, de cada promesa. Y no pienso rendirme tan fácil. Sé que en cuanto te des cuenta del error que estás cometiendo, vas a regresar. Aquí voy a estar. Como siempre.
Porque al final, Dan… lo nuestro es inevitable.
Raúl
Cuarto mensaje de Raúl a Daniel:
Dan,
No puedo creer que sigas en silencio. ¿Qué clase de persona se convierte uno después de haberme amado así? Me desconozco desde que no estás. Me dejaste vacío y ni siquiera tienes la decencia de responderme.
Pero claro, ahora todo tiene sentido. Estás cegado por ese tal Tazarte. Dime la verdad, ¿qué tiene él que no te di yo? ¿Qué hace él que no haya hecho yo mil veces mejor? No te engañes, Daniel. Sabes que todo esto es una ilusión. Lo nuestro fue real, fue profundo. Lo de ahora… es solo tu manera patética de intentar olvidarme.
Y me duele ver que te estás dejando manipular. Porque sí, lo digo como es: estás dejando que ese hombre te aleje de la única persona que siempre estuvo dispuesta a TODO por ti. Yo, Daniel. Yo, que te amé como nadie te va a amar jamás.
¿De verdad crees que alguien más va a aguantar tus crisis? ¿Tus manías? ¿Tus inseguridades? No te engañes. Eres mío, aunque ahora finjas que no lo recuerdas.
Cuando abras los ojos, aquí voy a estar. Como siempre. Esperándote.
Raúl
***Usuario bloqueado***
⎯De pronto, mi vida se iluminó ⎯le cuento a la psicóloga, con tranquilidad, como si al decirlo en voz alta aún intentara comprender cómo sucedió⎯. No sé qué decirte.
Ella sonríe, con esa calma suya que siempre me transmite seguridad.
⎯Dímelo todo ⎯me anima⎯. Supongo que sabes lo feliz que me hace verte así, después de tantos años sumido en la depresión.
Asiento, jugueteando con los dedos de mis manos.
⎯Ahora soy hermano mayor de dos hermosas niñas. Nunca pensé que necesitara hermanas, pero ahora que las tengo… siento que no puedo vivir sin ellas. Sé que han pasado apenas unos días desde que las conozco, pero es como si hubieran estado aquí desde siempre. Me despiertan algo que creí que había perdido. Y también siento que debo cuidar a Héctor, que debo estar para él…
⎯Daniel… ⎯me interrumpe suavemente⎯. Ya hemos hablado de eso. Sé que Héctor es tu hermano menor, pero él también ya es un hombre. Sus decisiones son suyas. No puedes ir por la vida salvando a los demás. Ahora te toca salvarte a ti.
Sonrío de lado y asiento.
⎯Tienes razón. En fin… por fin siento que puedo vivir. Siento que, por primera vez en años, mi dosis de antidepresivos podría bajar. Siento que soy… feliz ⎯confieso, dejando que esa palabra, que antes me pesaba, ahora flote ligera en el aire.
Ella me observa con atención.
⎯¿De verdad? Cuéntame.
No puedo evitar sonrojarme.
⎯Taz… ⎯digo, como si solo pronunciar su nombre me hiciera entrar en calor⎯. Es real. Me ha enseñado tanto en tan pocos días… ya ha superado todas mis expectativas.
⎯Bueno, seamos honestos ⎯me dice la psicóloga, con una sonrisa cómplice⎯. Raúl no te causaba expectativas.
Suelto una risa breve.
⎯Eso sí. ⎯Suspiro, apoyándome en el respaldo del sillón⎯. Taz es un hombre hecho y derecho. No hay dramas, no hay temores. En estos días he reído más que en toda mi vida, y eso que Moríns es mi primo y sabe hacernos reír a todos.
Ella ríe bajito conmigo.
⎯Pero con Taz… es diferente. He pasado mucho tiempo con él. Las últimas noches me he quedado a dormir en su piso. No en términos sexuales ⎯aclaro, aunque no era necesario⎯, solo… estar. Compartir. Después del trabajo me gusta ir a su casa, cocinar juntos, platicar de nuestro día.
Hago una pausa, pensando en esas noches sencillas pero perfectas.
⎯Él me habla de música con tanta pasión que, por momentos, me hace pensar que podría ser músico también. Y yo le cuento todo lo que hago, aunque estos días no he ido mucho a la oficina por lo del descanso. Mañana regreso, pero me siento distinto. Como si tuviera ganas de retomar mi vida. De verdad. También he retomado el ejercicio con más disciplina. Me siento… mejor.
⎯¿Y Raúl? ¿Sigue enviándote correos? ⎯pregunta con cuidado.
Asiento con desgano.
⎯Sí. No sé cómo lo hace, pero siempre encuentra la manera. David dice que podría denunciarlo por acoso.
⎯¿Y por qué no lo haces?
Me encojo de hombros.
⎯No lo sé. Supongo que… no quiero meterme en problemas. No quiero revolver todo otra vez. Siento que si no respondo, si no le doy atención, se va a cansar. Que va a entender que ya no hay nada.
Ella me mira con atención.
⎯¿Y si no se cansa, Daniel? ¿Y si su insistencia se vuelve algo más serio?
Bajo la mirada. No quiero pensar en eso ahora. No quiero que la sombra de Raúl opaque lo que estoy construyendo.
⎯No lo sé ⎯murmuro⎯. Solo… quiero creer que pronto se rendirá. Que me dejará en paz y podré seguir adelante.
Ella asiente despacio, como entendiendo que hoy no es el día para presionar.
⎯Lo importante, Daniel, es que hoy te veo aquí, avanzando. Que tu vida volvió a iluminarse, como dijiste al principio. Sigamos por ahí. Sigamos sumando luz.
La sesión acaba, y por primera vez en mucho tiempo no termino con dolor de cabeza de tanto llorar.
Me quedo en silencio un momento, mirando la puerta cerrada. El sonido del cierre de la puerta es como un pequeño golpe que resuena en la quietud de la sala. Es curioso cómo, incluso ahora, me pregunto si ella alguna vez se siente agotada de escucharme. Si alguna vez, cuando me ve entrar a su consulta, respirará profundo y pensará: “Aquí viene, el niño rico con depresión que no encuentra sentido a su vida.”
⎯Para las dósis, haz una cita con el psiquiatra. Yo mandaré mi reporte ⎯me comunica, después se despide de mí y cierra la puerta.
Es probable. Quizá en algún momento haya sentido que mi historia es solo una más entre tantas. Tal vez se pregunta si, en algún punto, mi sufrimiento realmente tiene un valor. O si es simplemente otro caso más, una lista de diagnósticos, una ficha más en su largo día de trabajo. A veces siento que se ha acostumbrado a escuchar mis historias, a mis altibajos emocionales, pero también a mi constante contradicción: un chico que lo tiene todo pero que, a su vez, no tiene nada.
Una llamada me saca de mis pensamientos. Al ver el nombre en la pantalla, no puedo evitar sonreír.
⎯Buenas tardes, señor de la Mora ⎯contesto, mientras camino al elevador, escuchando el sonido del botón al presionar la planta correcta.
⎯¿Cómo está el segundo hombre más guapo de Madrid? ⎯me pregunta, su voz llena de entusiasmo, y no puedo evitar reírme ante su tono juguetón.
⎯¿El segundo? ⎯pregunto, intrigado mientras espero que las puertas del elevador se cierren.
⎯Sí, porque el primero soy yo… ⎯responde con una risa traviesa.
⎯Dios… debes dejar de juntarte con Moríns, en serio. ⎯Respondo entre risas, mientras siento la familiaridad de la conversación.
⎯No puedo. Hoy, Cho y él me invitaron a su trío… y no me pude negar. ⎯Tazarte suelta una risa contenida al final, como si la situación fuera un poco más cómica de lo que esperaba.
⎯Dime que es un trío musical, porque si es de otro tipo, envidiaría que Cho estuviera en él, contigo. ⎯Bromeo mientras salgo del elevador, caminando por el pasillo hacia la salida del edificio.
⎯¿Cho?, ¿en serio? ⎯Tazarte responde con tono de incredulidad, pero sé que está sonriendo.
⎯Es un crush de la infancia. ⎯Confieso, dejándome llevar por la conversación⎯.En fin. ¿Trío de…? ⎯pregunto con curiosidad.
Tazarte suspira de manera dramática, como si estuviera a punto de revelar un gran secreto.
⎯Guitarras… ⎯responde finalmente. ⎯Oficialmente, estoy invitado a la boda de las señoritas Canarias. Dress code… azul marino.
⎯Eso suena… serio… ⎯digo, con una mezcla de sorpresa y humor, mientras trato de procesar la idea de Tazarte en una boda tan elegante.
⎯Lo es. Me llegó la invitación, pero no sé qué marcar en acompañante. Dice, “No” y “más uno”. ¿Qué me dices tú? ⎯Tazarte pregunta, su tono sugiere una ligera provocación, pero hay algo más en su voz que no logro descifrar del todo.
⎯Pues… yo también lo tengo sin marcar. ⎯Respondo, un poco desconcertado. ⎯Aunque pensaba que preferiría ir solo, ¿sabes?
⎯Hmmm… interesante ⎯contesta Tazarte con un toque de curiosidad y misterio. ⎯Tengo una duda, pero es necesario que te pregunte de frente.
⎯¿De frente? ⎯pregunto, confuso, pero intrigado.
En ese momento, llego a la entrada del edificio y lo veo de pie, apoyado en su coche, esperándome. No puedo evitar sonreír, el ambiente entre nosotros se vuelve aún más cargado. Me acerco a él, y cuando llego cerca, Tazarte saca de detrás de su espalda una flor hecha de papel de partituras. Me río y me sonrojo al mismo tiempo, sorprendido por el detalle.
⎯¿También haces origami? ¿Qué más sabes hacer con las manos? ⎯pregunto, en tono juguetón, mientras mi mente se llena de imágenes de él tocando la orquesta, arreglando instrumentos, y cocinando.
⎯Muchas cosas más, pero… ⎯Tazarte se acerca a mi oído y, en un susurro, dice⎯. Mejor te muestro, ¿vale?
Me río suavemente, sintiendo cómo el aire entre nosotros se vuelve más denso, más cargado de anticipación.
⎯¿Qué es lo que me quieres preguntar? ⎯inquiero, manteniendo el tono ligero, pero sabiendo que está a punto de decir algo importante.
Tazarte arquea una ceja, como si disfrutara de la tensión creciente entre nosotros.
⎯¿Qué harás el 15 de agosto? ⎯pregunta con una expresión que mezcla seriedad y picardía.
⎯Hmmmm… no sé, déjame revisar mi agenda. ⎯Digo, fingiendo abrir el teléfono y mirando al calendario como si estuviera buscando una excusa.
⎯Libre para ti, ¿por qué? ⎯pregunto, aunque ya intuyo la respuesta, mi corazón comienza a latir más rápido, anticipando lo que viene.
Tazarte da un paso hacia mí, tan cerca que podría besarme en ese momento, pero no lo hace. El aire entre nosotros se vuelve aún más denso. Él sonríe, pero es una sonrisa diferente, llena de intenciones que no se atreve a decir en voz alta.
⎯Pues… tengo una boda, dress code azul… y me preguntaba si tú querías… ya sabes… ⎯Tazarte dice, su voz se suaviza, pero hay algo en sus ojos que me dice que hay más detrás de esa invitación⎯. Marcar tu más uno y yo marcar el mío e ir juntos.
Sonrío, mi corazón acelera ligeramente.
⎯Me encantaría ir contigo ⎯respondo, sin dudarlo.
Tazarte saca de su bolso la invitación de mi prima y con una pluma marca el “Más uno”.
⎯Es una cita… ⎯murmura, con una mirada que no puedo leer del todo, pero que me hace sonrojar.
⎯¿Me vas a invitar a tu trío con Cho? ⎯digo, en tono juguetón, intentando aliviar la tensión con una broma.
⎯¿Sabes tocar la guitarra? ⎯me responde, haciendo una pequeña pausa.
⎯No. ⎯Contesto, riendo por lo bajo.
⎯Lo siento. Es para una sorpresa que Karl le tiene a tu prima. Pero… ¿qué te parece si te invito a bailar? Hoy por la noche. ⎯Su tono cambia, más suave, más cercano.
⎯¿Bailar? ⎯pregunto, un poco sorprendido, pero intrigado.
⎯Sí. Tú y yo… ¿en El Corazón Espinado? ⎯su voz se suaviza aún más, mientras sus ojos brillan con una chispa de diversión.
Sus palabras me alcanzan, y por un momento, una oleada de recuerdos me envuelve. El “Corazón Espinado” es un bar donde solía ir en el pasado, y aunque me gusta la idea de estar con Tazarte, la mención de ese lugar me trae cierta ansiedad, especialmente por lo que ocurrió con Raúl. Sin embargo, la idea de bailar con Tazarte me hace sentir un alivio inesperado.
⎯Me dijo Cho que hoy es noche de salsa. Tengo ganas de salir a bailar… contigo ⎯agrega⎯. O podemos quedarnos en el piso. Ver películas, no sé…
Me gusta más esa idea, pero tengo que superar lo del bar y honestamente, me gustaría bailar. Los Ruiz de Con Canarias somos conocidos por tener buen ritmo.
⎯Me encantaría ⎯acepto, finalmente.
Tazarte sonríe, como si supiera exactamente lo que acabo de pensar. Es una sonrisa cálida, llena de esa seguridad que me da tranquilidad, y sé que lo que sea que pase esta noche, será el momento adecuado.
⎯Bien… ⎯Tazarte me abre la puerta de su auto⎯. ¿Vamos a comer? Tengo ensayo en dos horas.
⎯Vamos… ⎯respondo, y mientras entro al auto, la sensación de estar con él, de saber que él está aquí conmigo, me hace olvidar por completo cualquier preocupación.
***
Salir a bailar era algo impensable para mí. Los recuerdos de aquella noche, donde Raúl y yo bailábamos y luego terminé en el hospital, siempre están presentes; hoy intentan invadir mi mente. Sin embargo, trato de no pensarlo. No mientras Tazarte termina de arreglarse ese hermoso cabello rizado y rebelde.
Lo observo en silencio, viendo cómo toma su tiempo para alisarse la camisa y ajustarse el pantalón de vestir. Verlo así, concentrado en pequeños detalles, me llena de una paz que no había sentido en mucho tiempo. Él tiene una manera de moverse que me atrapa, una tranquilidad que lo hace más atractivo. No sé si son sus ojos oscuros o esa actitud relajada que irradia, pero todo en él me hace sentir que estoy en el lugar correcto.
Está vestido con una camisa polo negra, simple, pero con un toque de sofisticación que me hace pensar que no necesita mucho para destacar. El pantalón a juego resalta su figura, marcada pero no de forma exagerada. Tazarte no tiene un cuerpo inflado, pero su esbeltez y altura lo hacen un hombre ideal para mí. Cada vez que lo miro, me enamoro más.
Aunque en mi mente aún se cuelan los fantasmas de otras veces, de otras personas, sé que este momento con Tazarte es diferente. Es real. Y eso me da la fuerza para seguir adelante, para disfrutar de lo que viene y dejar atrás lo que me hace daño.
Él se da vuelta, notando mi mirada. Sonríe, esa sonrisa tranquila que parece entenderme sin necesidad de hablar.
⎯¿Listo? ⎯me pregunta, con una chispa de diversión en los ojos.
Asiento, intentando despejarme de los recuerdos que intentan tomar control. Él se acerca a mí, ajustando el cuello de su camisa. Su hermosa mano, grande y de dedos largos, me acomoda el dije con el escudo de mi familia. Es un gesto sencillo, pero lleno de cariño.
⎯Virtus et Lux ⎯murmura, con voz suave y casi reverente.
⎯Virtud y Luz, es el lema de los Canarias ⎯respondo, sin poder evitar sonreír.
⎯Es un buen lema… ⎯repite Tazarte, mientras sus ojos se clavan en los míos. Hay algo en su voz, algo en la forma en que lo dice, que me hace sentir como si las palabras no fueran lo único importante. Su mirada es profunda, un toque de picardía y algo más que no sé descifrar aún, pero que me hace desear saberlo.
Tazarte se acerca un poco más, lo suficiente para que la distancia entre nosotros se vuelva casi eléctrica. Su respiración se mezcla con la mía, ligera, pero cargada de tensión. Puedo sentir el calor de su cuerpo, el roce de su camisa contra la mía. Cada movimiento de él parece más deliberado, como si estuviera marcando el ritmo de algo que va más allá de las palabras.
Él levanta una mano y me toca suavemente la mejilla, con dedos firmes, pero a la vez gentiles. El contacto me estremece, y sin pensarlo, cierro los ojos por un momento, disfrutando de la suavidad de su piel. Cuando los abro, lo encuentro más cerca, su rostro tan cerca del mío que puedo sentir el calor que emana de él.
⎯Vamos… ⎯me pide.
⎯Vamos… ⎯respondo, arreglando un poco el puño de mi camisa.
El camino hacia El Corazón Espinado es corto, pero parece que cada paso que damos resuena más fuerte a medida que nos acercamos. El aire de la noche es cálido, pero agradable, y la ciudad a nuestro alrededor está viva, vibrante, con luces que titilan y gente que se desliza por las calles, como si cada uno estuviera en su propio mundo. Tazarte y yo caminamos juntos, y aunque el bullicio de la ciudad sigue su curso, todo parece desvanecerse mientras me concentro en él. La forma en que camina, su porte relajado pero seguro, lo hace casi inalcanzable, pero a la vez cercano. Y aunque el recuerdo de mis miedos pasados aún está presente, su compañía me calma, me hace sentir seguro.
Al llegar a la puerta del bar, una luz cálida nos da la bienvenida, filtrándose a través de las ventanas de madera. La música de salsa se escapa de adentro, marcando el ritmo con una fuerza que parece llegar hasta nuestros pies. Cuando entramos, una oleada de sonidos nos envuelve de inmediato. La percusión vibrante de los timbales, las trompetas y las congas llenan el espacio, y los bajos profundos hacen que mi cuerpo se agite al ritmo de la música.
Tazarte me toma de la mano, con una seguridad que jamás había sentido.
⎯¿Todo bien? ⎯me pregunta.
⎯Todo bien… ⎯contesto, tratando de hablar sobre la música.
⎯Ven, reservé una mesa ⎯me dice.
Los dos caminamos atravesando la pista. Las luces suaves y las sombras juegan a través de los rincones, dando al lugar un aire íntimo y misterioso. Las parejas se mueven al ritmo de la música, y el ambiente es eléctrico, lleno de risas y charlas que se mezclan con los acordes. El aire se siente denso, cargado de emoción y movimiento.
El calor humano se siente en el aire. Los cuerpos se mueven al mismo ritmo, sincronizados con las melodías contagiosas que nos invitan a dejarnos llevar.
Al llegar a nuestra mesa, siento el corazón latir más rápido, como si los latidos fueran más fuertes, más intensos. Cierro los ojos por un segundo y trato de tranquilizarme. Siento todas las miradas sobre nosotros, como si el aire mismo se volviera denso, como si todos nos juzgaran, como si la gente esperara que algo sucediera. El recuerdo de esa noche, del golpe inesperado en la pista de baile, regresa a mi mente. El hermano de Raúl se abrió paso entre los bailarines para darme un golpe en el rostro, un golpe que me hizo caer al suelo. Las personas que seguían bailando, ajenas a lo que pasaba, me pisaron los dedos. El dolor fue tan fuerte que casi no pude reaccionar. Traté de levantarme, pero entonces sentí una patada en las costillas.
⎯¡Maricón! ⎯escuché la voz gritar, y la rabia me envolvió, pero no tuve fuerzas para pelear.
La pesadez de la memoria me sigue persiguiendo hasta este momento. Cuando la angustia amenaza con consumir cada parte de mi ser, siento la voz de Tazarte, suave pero firme, que me regresa a la realidad.
⎯¿Dan? ¿Dan? ⎯me dice, suavemente.
Abro los ojos y lo primero que veo es a Tazarte, tan cerca, con una expresión de preocupación en su rostro. A su lado están mi prima Jo y Xes, y detrás, Héctor y Mar, que nos acompañan con sonrisas tranquilas. Sonrío, aunque de manera ligera, aún algo confundido.
⎯¿Qué hacen aquí? ⎯pregunto, sin entender del todo la situación. El ambiente se siente diferente ahora, más relajado, pero aún con esa sensación de incomodidad en mi pecho.
⎯Refuerzos ⎯dice Jo, con una sonrisa pícara.
Tazarte, notando mi leve incomodidad, se inclina hacia mí y me susurra al oído:
⎯Pensé que si traía a más personas te sentirías menos ansioso. Si te sientes mal, me avisas y nos vamos.
Su gesto me desarma por completo. Me siento agradecido, pero también un poco avergonzado. Tazarte pensó en todo, en cada detalle. No solo quiere hacerme sentir cómodo, sino también feliz, y eso me llena de una calidez inesperada.
Sin dudarlo ni un segundo, me acerco a él y le doy un beso sobre los labios. Tazarte sonríe, y algo dentro de mí se suaviza. El mundo parece detenerse por un momento.
⎯¡Agua mineral para todos! ⎯grita Jo, interrumpiendo nuestro pequeño momento, pero no me importa. Su energía es contagiante.
Héctor, tomando a Mar de la mano, la lleva hacia la pista de baile sin decir nada más. La imagen de ellos bailando me hace sonreír. Ver a mi hermano, tan libre y tan feliz, me llena de una calma que no sabía que necesitaba. La noche, poco a poco, parece mejorar. Aunque el miedo y la ansiedad aún están ahí, acechando desde las sombras, la compañía de estas personas, que sin saberlo me están salvando, me da un respiro, un pequeño refugio del caos interno que aún no he podido controlar.
Una versión en salsa de “Cielo Rojo” comienza a sonar al fondo, sus notas cálidas y rítmicas llenan el aire. Mar y Héctor no han parado de bailar. Él se ve feliz, tan feliz, completamente entregado a la música. Su energía es tan contagiosa que no puedo evitar mirarlos con una sonrisa genuina. Todo parece estar en su lugar, o al menos eso parece desde aquí, desde este rincón en el que me encuentro.
Tazarte y Xes platican animadamente. Sus risas se mezclan con la música, creando un ambiente ligero, casi perfecto. Jo se ríe de algo que han dicho, su risa es vibrante, llena de vida. Yo, por otro lado, me siento bien, disfrutando de la plática, pero al mismo tiempo, paralizado por el miedo. Mis ojos no pueden evitar volver a la puerta, como si, en cualquier momento, algo o alguien pudiera irrumpir y arruinar este pequeño refugio de felicidad. Como si el pasado aún pudiera alcanzarme.
De repente, siento un tirón suave en mi mano. Es Tazarte, tomándome la mano con firmeza, pero con una suavidad que me da una sensación de seguridad. Me mira con esos ojos tan cálidos, y su voz, cuando me habla, es baja pero clara.
⎯¿Bailas conmigo? ⎯me pide, su mirada fija en mí, esperando una respuesta.
Asiento sin pensarlo mucho. Aunque el miedo aún burbujea dentro de mí, siento que lo puedo manejar con él a mi lado.
⎯Sí, claro. ⎯Mi voz sale un poco temblorosa, pero él no parece notar. O tal vez lo hace, pero sigue sonriendo con esa calma que me calma.
Tazarte se levanta y me guía hacia la pista de baile, sus pasos tranquilos pero seguros. Siento cómo la gente se aparta para darnos espacio, pero no me importa. Solo tengo ojos para él, para su forma relajada de moverse al ritmo de la música. La canción de “Yo No Sé Mañana” comienza a sonar, su bajo suave y las trompetas que marcan el paso se entrelazan con la melodía romántica.
De inmediato, Tazarte me toma de la mano con firmeza, pero sin apretar demasiado, como si leyera mis pensamientos. Aunque al principio siento una pequeña incomodidad, algo en él me hace calmarme. Siento la calidez de su cuerpo cerca del mío, su respiración acompasada con la mía, y sin pensarlo, el ritmo de la salsa comienza a dominarme.
A pesar de mi inseguridad inicial, me doy cuenta de que mis pies se mueven con facilidad. La salsa, algo que aprendí en mi niñez, está en mis huesos, y con cada paso, con cada giro, me voy soltando más. Tazarte se da cuenta de ello, y la sonrisa que le aparece en el rostro es todo lo que necesito para continuar. Me hace sentir como si estuviera bailando con él desde siempre, como si todo lo que había experimentado hasta ese momento fuera solo una preparación para este instante.
Tazarte, sorprendido, me sigue el ritmo con una soltura más relajada, mientras yo, poco a poco, comienzo a darle pasos más rápidos y precisos. La música de salsa fluye a través de mí, y, sin darme cuenta, me entrego a ella, sintiendo cómo los temores y la ansiedad se disipan. Bailo con más confianza, con más alegría, y me doy cuenta de que nunca había disfrutado tanto de una canción en la pista. La forma en que nuestros cuerpos se mueven juntos es fluida, como si todo el dolor y la incomodidad desaparecieran cuando la música nos envuelve.
Tazarte, viéndome, ríe divertido y parece disfrutar viendo cómo me entrego al baile. Me sigue el paso, aunque yo soy el que guía ahora. Nos giramos, nos cruzamos, y siento el peso del pasado desvanecerse con cada giro. Lo único que importa es el aquí y el ahora, y en este momento, todo está bien.
⎯Tienes razón, los Ruiz de Con Canarias son los expertos en baile ⎯me dice, su voz llena de admiración.
Yo le sonrío, sin dejar de moverme al ritmo.
⎯Agradécelo a mi padre ⎯respondo, mientras giramos juntos, la música intensificándose.
Finalmente, nos acercamos más, el ritmo se hace más suave, casi romántico, y me siento más conectado con él. Tazarte me toma de la mano y me atrae hacia él con un paso final, nuestros rostros tan cerca que el aire entre nosotros se siente eléctrico. Los ojos de Tazarte brillan con esa chispa que siempre tiene cuando está genuinamente feliz, y no puedo evitar sonreír.
Al final de la canción, nos detenemos, riendo juntos, respirando entrecortadamente. Tazarte me abraza con fuerza, como si este momento fuera tan significativo para él como lo es para mí.
⎯Eso fue perfecto ⎯me dice, aún con una sonrisa en el rostro.
Yo respiro profundamente, sabiendo que he dejado atrás no solo los miedos de la pista, sino también los miedos de mi vida. Y en este instante, solo somos él y yo, moviéndonos al compás de la música, completamente felices.
***
No sé si eran las tres o las cuatro de la mañana. Tazarte y yo llegamos a su piso, con la fiesta aún en nuestros huesos y tarareando las melodías que nos acompañaron toda la noche. Él me toma de la mano con firmeza, y, sin decir nada, ambos comenzamos a bailar lentamente por el pasillo, como si la música aún nos llevara, nuestros cuerpos moviéndose suavemente al ritmo de lo que queda de la fiesta en el aire. Nos reímos, felices, sin prisa, disfrutando del momento.
⎯Me sorprendiste hoy ⎯me confiesa, mientras saca la llave y la introduce en el cerrojo para abrir la puerta.
⎯Yo también tengo sorpresas ⎯respondo, sonriendo con algo de picardía.
El piso está oscuro, solo la luz tenue de las farolas se cuela por las cortinas de la sala, creando un halo suave que ilumina débilmente el espacio. Tazarte comienza a buscar el interruptor de la luz.
⎯¿Dónde está ese maldito apagador? ⎯pregunta, mientras va recorriendo las paredes en busca del interruptor, claramente algo distraído.
⎯Lo siento, aún no me memorizo todo esto ⎯dice con una sonrisa avergonzada, pero no se detiene en su búsqueda.
Me recargo sobre la puerta y la cierro suavemente, dejando casi todo a oscuras. Tazarte me mira con una leve sonrisa en el rostro.
⎯Cariño, necesito la luz del pasillo para encontrar el interruptor. Si cierras la puerta, no…
En ese momento, sin pensarlo, me acerco y le doy un beso sobre los labios. No sé si fue la euforia de la noche o la felicidad que me embarga, pero el impulso fue instantáneo. Al principio se queda inmóvil, sorprendido, pero pronto responde, sus labios cálidos y suaves contra los míos. Es un beso cargado de energía, de esa que solo surge cuando dos personas se sienten completamente en sintonía. Su mano se desliza hacia mi cuello, sujetándome con suavidad pero con firmeza, como si no quisiera separarse de mí. Yo, sin pensarlo, respondo con la misma intensidad, mis manos se aferran a su camisa, sintiendo el ritmo de su respiración acelerada, que se mezcla con la mía.
El mundo parece desvanecerse a nuestro alrededor. Las luces de la calle se convierten en meras sombras, eclipsadas por la electricidad que hay entre nosotros. Cada caricia, cada movimiento, se siente natural, como una extensión de lo que ya está sucediendo en nuestro interior. El beso se profundiza, nuestras lenguas se encuentran con una urgencia suave, como una danza que siempre hemos sabido hacer, como si no necesitáramos palabras para entendernos. El pasillo desaparece, quedándonos solo él y yo, y el ruido del mundo se desvanece en un segundo.
Cuando nos separamos, ambos respiramos con dificultad, nuestros rostros tan cerca que el aire entre nosotros se siente cargado de algo más que solo euforia. Tazarte me mira con esos ojos oscuros, llenos de algo que no sé si es sorpresa, deseo o gratitud.
⎯Estoy listo ⎯murmuro.
Tazarte esboza una leve sonrisa, esa sonrisa que sabe interpretar todo lo que quiero decir. No tengo que añadir nada más, él lo entiende perfectamente.
⎯Claro que estás listo ⎯responde con una suavidad que hace que mi corazón lata más rápido.
Entonces, con la misma intención con la que yo lo besé, él me besa de nuevo, esta vez con más confianza, con más determinación, como si cada segundo de esta conexión lo hubiéramos estado esperando. Y, en ese beso, siento que el mundo entero queda atrás, solo existimos nosotros, y este momento, el único que importa ahora.
Que le den como cajón que no cierra y que por fin disfruten de su amor 🤭
Awwwww mi canción para Tazarte y Daniel “all you need Is love”, bellísimo capitulo
Me derrito con este par…. Especialmente Tazarte, es tan detallista y siempre piensa en lo que Daniel necesita
Claro que están listos ♥️♥️
Tazarte es un gran maestro y conductor, en la orquesta, en la vida, en el amor. Merece disfrutar tanto junto a Dani de esa bella relación que están construyendo 🙂
Bellos. La verdad q Dan merece su amor bonito y estoy segura q será muy feliz con Taz
Ahora sí Dani sabrá lo que es bueno jajajaja
Pese a que la mañana no empezó tan bonita por los mensajes no deseados… Tazarte tiene el don de mejorar todo para Daniel… Me encantó cada detalle que tuvo con él, desde la rosa de origami, hasta la noche de baile… Todo! Merecen su noche de pasión ❤️🔥 también. Y no hay mejor momento que aquel en el que no existen dudas de estar con la persona correcta.
Taz y Dan son perfectos, uno para el otro 💕
Un excelente capitulo, odiando a mas no poder al idiota de Raul, y amando a Dan y Taz. Que lindos. Y bueno ya va a descubrir Dan lo que es que lo amen de verdad