DANIEL 

Dan, mi amor.

He estado pensando mucho en nosotros. Me duele tanto que tú no sientas lo mismo que yo. Te extraño más de lo que puedo poner en palabras. Extraño tus caricias, esos besos que por años me has negado, que siempre fueron solo un sueño en mi mente. Ahora que por fin soy libre para amarte, parece que tú no quieres.

No entiendo por qué, porque, sinceramente, nadie como yo podría amarte con tanta devoción. Tú eres el único que me interesa, el único que me importa. Y a pesar de todo, sigo esperándote, esperando que por fin veas lo que podríamos ser juntos.

Voy a ir a Argentina, como siempre lo he querido. Y te pido, con todo lo que soy, que vengas conmigo. No hay nada que me haría más ilusión que caminar de tu mano por las calles de Buenos Aires. Allí, finalmente, seremos libres. Libres para amarnos como siempre debió haber sido. Después, donde sea que queramos ir, vivir, juntos, junto al mar, en la paz que solo yo te puedo dar.

No quiero que te quedes con dudas, Daniel. Lo que te estoy ofreciendo es único. Tú y yo, como siempre debió haber sido, bajo el sol de Buenos Aires, sin más cadenas, sin más miedos.

Piensa en lo que digo. No puedo esperar por siempre.

Raúl.

***

Despertar hoy fue más difícil de lo que esperaba. Una vez más, me encontré atrapado en ese profundo hoyo, rodeado de sombras y lleno de decepción. El peso del día anterior aún me aplasta, como si estuviera atrapado en un ciclo del que no puedo salir. Las palabras de Tazarte, la bofetada, los momentos dolorosos con Raúl, todo parece un cúmulo de caos que no puedo superar.

Mi mejilla ya se ha recuperado del golpe que Tazarte me dio, pero el dolor persiste, no tanto físico como emocional. Lo que me duele ahora no son las marcas en mi piel, sino el peso de mis propias palabras. Esta vez no puedo culpar solo a Tazarte; también debo cargar con mi responsabilidad.

Lo insulté. Le dije que su hija estaba involucrada y me burlé de lo de su esposo. En medio de la rabia, no pensé en las consecuencias. Pero, ahora, al estar más tranquilo, me doy cuenta de lo injusto que fui. Caigo en cuenta de que Tazarte no tendría ninguna razón para inventar algo así. Tal vez su dolor, su frustración, fueron los mismos que los míos, y al final, yo fui quien más lo lastimó.

Me levanto, abro las cortinas y noto que aún está oscuro afuera. ¿Qué podría esperar? Son las cinco de la mañana. Tengo que ir a la oficina en unas horas, pero no tengo ganas. Solo quiero quedarme aquí, encerrado, lejos de todo y de todos.

Salgo hacia la sala y me dirijo a la cocina. Tomo un gran vaso de agua y me tiro sobre el sofá. Al parecer, esto es un ciclo, paso de la felicidad total a la tristeza extrema. Tal como me pasó con Raúl. Estábamos felices por irnos a Argentina, escapar y hacer una vida juntos, para luego terminar golpeado en el hospital con el corazón roto. Supongo que este es mi destino.

⎯Respira… ⎯murmuro, cerrando los ojos⎯. Distráete, haz algo… llama a David. No, él está ocupado. Tú puedes.

Tomo mi ordenador portátil y, automáticamente, escribo: Tazarte de la Mora. Doy buscar y las noticias corren por la página.

Tazarte B. De La Mora García, nacido en la isla de Tasarte, en Canarias…

Sigo bajando la página y entro a un artículo de periódico. Ahí está él, más joven, dirigiendo una orquesta. El titular dice: Tazarte de la Mora, el director más joven en ganar el Concurso de Dirección Donatella Flick. El joven canario demostró que la edad no es un factor que impida…

Cierro el artículo para luego abrir una entrevista. Ahí está Taz, con una sonrisa de oreja a oreja, elegantemente vestido y platicando con entusiasmo:

⎯¿Hay alguna pieza que le gustaría dirigir, maestro? ⎯le preguntan.

⎯Sí. Mi sueño sería dirigir “Le Sacre du Printemps” (La consagración de la primavera) de Igor Stravinsky. El día que lo logre será el deseo número uno tachado de mi lista…

Cierro la entrevista y me quedo en silencio observando las fotos. Tazarte es un director reconocido, talentoso y cotizado. ¿Qué fue lo que pasó?

Entonces, busco: Tazarte de la Mora, esposo.

Y las noticias corren por toda la web.

TOCCATA – EL DIARIO DE LA MÚSICA DE CONCIERTO

Alexander Sänger: El Tenor que Perdió su Voz

Alexander Sänger, uno de los tenores más talentosos y admirados de la última década, falleció a los 33 años tras una valiente lucha contra el cáncer de garganta. Su muerte ha dejado un vacío en el mundo de la ópera, y sus seguidores, colegas y amigos lloran la pérdida de un hombre cuyo talento y dedicación al arte fueron inigualables.

Nacido en Hamburgo, Alemania, Alexander comenzó su formación musical desde una edad temprana. Con una voz que hacía temblar los cimientos de los teatros más prestigiosos del mundo, su carrera despegó rápidamente. Desde su debut en el escenario de la Ópera de Berlín, fue reconocido por su rango vocal impresionante y su habilidad para interpretar desde las arias más complejas hasta los papeles más conmovedores con una precisión emocional que solo los grandes tenores logran.

Su capacidad para transmitir pasión y profundidad a través de su canto le permitió ganar contratos en teatros de ópera icónicos, como la Scala de Milán y el Metropolitan Opera House de Nueva York. Sin embargo, lo que lo hizo aún más especial no fue solo su voz, sino la entrega con la que se comprometió con cada papel, convirtiéndolo en una estrella tanto dentro como fuera del escenario.

En el apogeo de su carrera, Alexander conoció a Tazarte de la Mora, un talentoso director de orquesta conocido por su estilo meticuloso y su pasión por la música clásica. La química entre ellos fue inmediata. La relación de Alexander y Tazarte floreció rápidamente, y no pasó mucho tiempo antes de que se casaran en una ceremonia íntima, celebrada en Boston, Estados Unidos.

Pero su historia de amor fue mucho más que un cuento de hadas de dos almas dedicadas a la música. A pesar de su carrera brillante, Alexander enfrentó la adversidad cuando le diagnosticaron cáncer de garganta. La noticia devastadora llegó en un momento crucial de su vida, cuando aún tenía contratos internacionales y una agenda repleta de actuaciones.

Tazarte, quien siempre estuvo a su lado, tomó una decisión que cambiaría su carrera para siempre. Sin pensarlo, renunció a las ofertas y contratos que había recibido como director de orquesta, priorizando el bienestar de su esposo por encima de todo. Abandonó los escenarios para dedicarse por completo al cuidado de Alexander, quien ya no podía cantar debido a los efectos del tratamiento contra el cáncer.

Tazarte pasó años acompañando a Alexander a sus tratamientos, ayudándole a mantener la esperanza y el ánimo mientras su voz se desvanecía lentamente. Durante ese tiempo, muchos de los seguidores de ambos artistas se sorprendieron por la magnitud de la decisión de Tazarte. Algunos no comprendieron cómo el director podía anteponer el bienestar de su esposo a su propia carrera. Pero Tazarte nunca vaciló. Su amor por Alexander y su compromiso con su felicidad fueron más fuertes que cualquier contrato o reconocimiento profesional.

La enfermedad, finalmente, resultó ser demasiado fuerte. Alexander falleció esta madrugada, rodeado de su familia y amigos más cercanos, dejando atrás un legado de música, amor y sacrificio.

Hoy, el mundo de la ópera llora la pérdida de uno de sus más grandes exponentes. Pero también celebramos la vida de un hombre que vivió con pasión, humildad y dedicación. Alexander Sänger no solo dejó un vacío en el escenario, sino en los corazones de todos aquellos que tuvieron el privilegio de escuchar su voz. Su amor por la música, su compromiso con su arte y la fuerza que mostró durante su batalla contra el cáncer seguirán siendo un ejemplo para todos.

A Tazarte, su esposo y compañero de vida, le dejamos este mensaje: tu sacrificio no fue en vano. El amor que compartieron brillará siempre. Descansa en paz, Alexander. Que tu voz siga resonando en el cielo, tal como lo hacía en los teatros más grandes del mundo.

⎯Tu sacrificio no fue en vano… ⎯murmuro, sintiendo un nudo en la garganta al leer el artículo.

Mis ojos recorren una y otra vez las palabras sobre Alexander y su legado, sobre todo lo que Tazarte hizo por él. La dedicación, el amor, los sacrificios. El dolor en sus ojos mientras leía cada línea es tan palpable, que siento una presión en el pecho. Algo dentro de mí se estremece, y no puedo evitar pensar en lo que Sebastián me dijo.

⎯No, él… no, Tazarte no sería capaz ⎯me digo a mí mismo, repitiéndolo una y otra vez, tratando de que esas palabras se calen en mi mente. Pero las dudas, como sombras, siguen acechando.

Mi mente entra en un corto circuito. ¿Cómo es posible que, con todo lo que leí sobre Tazarte, él haya sido el mismo hombre que Sebastián describió? ¿Cómo puede ser que alguien tan puro, tan comprometido, tan lleno de amor, sea el mismo que me traicionó?

⎯Dios… me equivoqué ⎯murmuro, sintiendo una presión abrumadora en el pecho. Cierro el ordenador portátil con fuerza, como si al hacerlo pudiera cerrar también las dudas que me consumen.

El sonido del móvil me sobresalta. Noto que es el teléfono de Jo. No quiero contestarle, pero sé que si no lo hago, no me dejará en paz. No quiero ver a nadie, no quiero hablar con nadie, pero…

⎯Dime… ⎯respondo, mi voz es más débil de lo que me gustaría admitir.

⎯Hoy, desayuno a las ocho, en mi restaurante. Llega a tiempo. ⎯La voz de Jo es firme, casi como una orden, pero no tiene la fuerza de antes. Algo en su tono me dice que sabe que no estoy bien.

⎯Jo… ⎯mi tono refleja toda la frustración que siento. Quiero rechazar la invitación, esconderme en mis propios pensamientos, pero sé que no puedo.

⎯Llega a tiempo ⎯me repite, con una calma que, por alguna razón, me hace sentir más vulnerable. Enseguida termina la llamada.

Me quedo mirando el teléfono, mi respiración acelerada. Suspiro con fuerza, sintiendo cómo el peso de todo lo que está pasando me aplasta.

⎯Quiero estar solo ⎯murmuro, mirando al vacío. Siento un nudo en la garganta, como si todo lo que había estado guardando dentro de mí se estuviera acumulando y ya no pudiera contenerlo.

Pero en el fondo, algo me dice que esta vez no me dejarán. Algo me dice que no podré hundirme en la oscuridad como lo hice tantas veces antes. Esta vez, hay alguien que insistirá, alguien que no me permitirá quedarme atrapado en mis pensamientos. Y, por alguna razón, esta vez, lo deseo. Esta vez, no quiero caer más. Necesito que me sostengan, aunque me cueste aceptarlo.

Miro hacia el reloj. Son casi las siete. Tengo una hora para decidir qué hacer. Y aunque lo último que quiero es enfrentarme a las voces que me llaman al exterior, sé que no puedo seguir encerrado. Sé que, de alguna manera, tengo que dar el siguiente paso.

***

Al entrar en Casa Carter, me impacta la cantidad de gente que ya está esperando en fila y las que ya están dentro disfrutando de los desayunos. Jo fue la más inteligente de todos, patentó la receta de los wafles del abuelo Tristán y ahora la ofrece en su restaurante. Obviamente, todos estuvimos de acuerdo con la situación, y también venimos a comer cuando no tenemos ganas de cocinar los sábados de wafles.

Esa receta fue lo que catapultó al restaurante a la fama, además de su comida casera y su servicio rápido. Muchos oficinistas vienen aquí para disfrutar de un desayuno delicioso en su breve descanso, sabiendo que pueden contar con rapidez y calidad. Las familias también son habituales, porque aquí se siente como en casa, con un ambiente cálido y acogedor. Incluso el eslogan lo refleja perfectamente: “Casa Carter. Te atiende rápido. Te conquista lento.”

La joven de la entrada me ve y sonríe.

⎯Señor Ruíz de Con, pase ⎯me indica con amabilidad.

Me abro paso en la fila y avanzo hacia adelante, evitando las miradas curiosas de los otros comensales.

⎯La señorita Carter lo está esperando en la mesa de allá ⎯me comenta, señalando con un gesto una mesa que esta casi en el centro del restaurante. 

⎯Bien… ⎯murmuro, no queriendo entrar en más detalles.

Entro al restaurante, rodeado de murmullos y risas de conversaciones ajenas, y me dirijo hacia la mesa donde Jo está esperándome. Ella, al verme, me sonríe de forma tranquila.

⎯¿No en el área V.I.P? ⎯digo con sarcasmo. 

⎯Llegaste puntual ⎯me dice, como si fuera algo que esperaba.

⎯Sabes que lo soy… ¿qué pasa? ⎯le pregunto, aún con el malestar de la charla de ayer atravesándome.

⎯Tazarte no me lo pidió, pero te voy a dar una explicación de todo…

⎯Jo… ⎯respondo, mi tono marcado por la frustración.

⎯Respondiste mi llamada, aceptaste mi invitación y viniste hasta acá… creo que merezco que me escuches. ⎯Su mirada desafiante no deja lugar a dudas sobre lo que espera de mí.

Me quito las gafas de sol y suspiro, mirando alrededor para despejar un poco la mente.

⎯Te doy 10 minutos ⎯comento, tratando de controlar al menos algo de este encuentro, de no perderme en el caos de emociones que me tiene atrapado.

⎯Necesito menos para demostrarte lo mal que estás ⎯responde Jo, con esa soberbia tan característica de ella.

Sí. Jon y Jo son bastante seguros de sí mismos, lo que, a veces, los hace ser casi arrogantes. Pero en este momento, tengo que admitir que tal vez tiene algo de razón, aunque me cueste aceptarlo.

⎯Pues veremos… ⎯contesto, sin mucho sentido, intentando mantener la compostura, aunque por dentro todo esté a punto de estallar.

⎯Tazarte estaba destinado a conocerte… ⎯inicia ella, sin perder el ritmo.

⎯Claro que estaba destinado, esa era la intención ⎯respondo, serio, con una incredulidad creciente.

⎯No. Estaba destinado porque era uno de los tantos candidatos que yo te había seleccionado para que salieras en citas ⎯me dice Jo con firmeza⎯. Pero, Tazarte borró su perfil antes de que pudiera mostrártelo. Lo hizo porque él mismo me dijo que no se sentía del todo preparado para tener citas; sentía que era muy pronto, después de la muerte de su marido. El día que se conocieron en el conglomerado, supe que era destino.

⎯Pfff… destino ⎯resongo, sintiendo cómo la incredulidad y el desdén se mezclan dentro de mí.

⎯DESTINO, aunque no creas. Y lo fue más cuando lo confundiste con BART.

⎯¿Lo confundí? ¿Ahora fui yo? ⎯replico, sorprendido por la acusación.

⎯Sí. Fuiste tú. Tazarte te envió un mensaje desde su número, y tú lo confundiste con uno de los chicos con los que tenías que salir. Él dijo que se llamaba Bart, porque es el nombre que nunca sale en su biografía… Bartolo.

En ese momento, la memoria me golpea. Recuerdo claramente la biografía que estaba leyendo de él: Tazarte B. Abro los ojos un poco más sorprendidos. ¿Bartolo? ¿Era ese el verdadero nombre de Tazarte?

⎯Él me dijo que no quería engañarte y fui yo quien le insistió en que siguiera platicando contigo ⎯continúa Jo⎯. Yo le dije que era una forma de conocerte, pero nunca pensé que tendrían una conexión tan profunda. Fue entonces cuando apareció Sebastián, interesado en ti, y lo vimos como una ventaja.

Jo toma un sorbo de café, como si lo que está diciendo fuera lo más normal del mundo. Yo, por dentro, estoy procesando todo lo que me está contando, pero aún no me termina de cuadrar.

⎯Tazarte se abrió contigo y tú con él. Le contabas a Bart, y eso le hacía saber que iba por buen camino. Tazarte encontró el lado divertido y ñoño de Daniel, pero Bart, conocía su interior. Después ambos se mezclaron y tú empezaste a disfrutar a ambos. En pocas palabras, Tazarte siempre estuvo contigo. Hasta que Tazarte tiró el móvil.

⎯¿El móvil? ⎯pregunto, confundido por el giro de los acontecimientos.

⎯Sí. Me contó que fueron a ver el piso donde ahora vive. Decidiste marcarle por teléfono, y él, asustado, se fue al balcón. El móvil cayó completamente destruido. Por eso no tuviste contacto con él después. Y, como te gustan las pruebas… ⎯Jo hace un gesto con las manos y coloca unas hojas sobre la mesa. ⎯ Aquí están los registros de llamadas y los mensajes que intercambiaron.

Miro las hojas detenidamente. Las llamadas, los mensajes… TODO. Mis ojos recorren cada palabra, cada número, cada fecha. Mi estómago se aprieta, una mezcla de frustración y comprensión me inunda.

⎯Bien, y ¿Sebastián? Esto comprueba que Tazarte es Bart, pero no cómo estaba coludido con Sebastián. ¿Y esos audios, todo eso que me hizo creer?

Jo sonríe. Luego saca su móvil y comienza a buscar algo.

⎯La Casa de la Música tiene cámaras. Y justo cuando fui a buscar a Taz para comentarle que Bart tenía que regresar, ese día Sebastián entró junto con Alegra a la Casa de la Música para hacer unas tomas. Esta es la conversación que tú escuchaste.

Jo le da “play” al audio, y de inmediato, reconozco la voz de Sebastián, exactamente la misma que escuché ayer.

⎯¿Cómo sacaste esto…? ⎯pregunto, atónito.

⎯Jon… ⎯dice Jo, con tono serio, sin rodeos. ⎯Y esta es la verdadera conversación.

Jo le da “play” al video, y ahí están, Tazarte y Jo conversando en el salón de conciertos. 

Bart escucho la voz de Jo.

¿Qué pasa con Bart? pregunta Tazarte. 

Daniel necesita despedirse de Bart.

¿Por qué? cuestiona Tazarte. 

Porque trae la duda de Bart. Comenta seguido sobre él. Si apagamos el fuego de una vez con sólo una llamada, se resolverá todo. insiste mi prima.

Creo que deberíamos dejarlo por la paz. Logré que Daniel no supiera que yo soy Bart. No creo que valga la pena. Lo olvidará. insiste, Tazarte. 

Una llamada. Le dices que debes retirarte y ya. Le cuelgas para siempre y dejas a Bart fuera de la jugada. 

Creo que sería jugarme el pellejo de nuevo. Ya había logrado librarme de que Daniel descubriera que Bart, ese hombre con el que hablaba, en verdad era yo. Ya no necesita a Bart. ¿Por qué traerlo de vuelta? ¿Para qué pensar que me burlo de él? ¿Que jugué con él? ¿Que Daniel fue engañado por mí? la voz de Tazarte se nota ansiosa. 

No lo digas así. Sabes que no fue así. Jo lo consuela.

Jo… Ya obtuviste lo que deseabas, ¿no? Que estuviéramos juntos… déjalo por la paz. 

Vale, tienes razón. Mejor lo dejamos así. 

Admito que Bart, el fingir ser Bart en el móvil, me ayudó a conocer a Daniel sin que él lo supiera, y que me dio una ventaja. Sé que no fue la manera más honesta, pero en su momento, me pareció una forma de acercarme a él. El secreto de Bart me permitió entender a Daniel desde una perspectiva que nunca habría tenido de otra manera. Observé sus pensamientos, sus inseguridades, sus sueños. Y con cada palabra que intercambiábamos, me iba enamorando más. Ahora, con él aquí, con nosotros juntos, me doy cuenta de que Bart debe desaparecer, que no puedo seguir usando esa máscara. Fue divertido pero, ya no más. 

El video se mueve y puedo ver a Sebastián cerca de la puerta, grabando la conversación entre Jo y Taz. La imagen se desenfoca por un momento, pero las palabras se me clavan como cuchillos en la cabeza.

⎯¡HIJO DE PUTA! ⎯expreso enojado, en un murmullo, casi incapaz de procesar lo que estoy viendo. Mi estómago da un vuelco y siento cómo la rabia me consume, cómo todo lo que creía, todo lo que pensé saber, se derrumba ante mis ojos. Me siento tan idiota, pensando que Tazarte podría haber hecho algo tan bajo. ¿Cómo pude ser tan ciego?

⎯Sebastián es un hombre maquiavélico. Pero, no te preocupes, todo caerá por su peso ⎯me dice Jo con calma, mientras me observa. Su tono es firme, pero su mirada tiene algo de compasión, como si supiera exactamente lo que estoy pasando.

⎯Me siento como un imbécil, un idiota, ¿qué no aprendí nada? ⎯me pregunto, buscando algún consuelo en mis propias palabras, pero ninguna respuesta llega.

⎯Aprendiste más de lo que crees. Y aún estás a tiempo de resarcir uno que otro error. Incluso, otros que aún te atormentan. ⎯Jo no vacila en su mirada, mientras sus palabras caen sobre mí como un balde de agua fría, obligándome a despertar.

Jo toma sus cosas, las mete en la bolsa y se pone de pie, como si hubiera cumplido con una misión.

⎯Me tengo que ir… pero, te invito a que disfrutes de un buen desayuno y del paisaje ⎯me dice sin dejar de mirarme, su tono más suave, casi como una despedida.

⎯¿Paisaje? ⎯pregunto, confundido, como si el aire mismo hubiera cambiado en el momento en que todo esto comenzó.

⎯Dan… te pido, haz lo correcto. Solo haz lo correcto. ⎯Jo no espera respuesta. Da media vuelta y se va. El aroma a perfume fino queda en el aire, mientras yo me quedo allí, atrapado en todo lo que acaba de suceder.

De inmediato, el mesero se acerca con una sonrisa forzada y me deja un té humeante y un desayuno Carter Especial.

⎯De la casa ⎯me comenta, mientras coloca todo cuidadosamente sobre la mesa.

Le sonrío sin muchas ganas, agradecido por el gesto pero totalmente perdido en mis pensamientos.

Mis ojos no se apartan de la escena frente a mí, y siento como si todo a mi alrededor se desvaneciera. La gente, las conversaciones, el bullicio del restaurante… todo se vuelve borroso mientras mi mirada se fija en una mesa, y mi corazón se detiene por un instante. Allí está él.

Raúl.

Está sentado, disfrutando de un desayuno con una mujer que no reconozco. Ella está cerca de él, riendo, hablando con naturalidad, y veo cómo él la mira con cariño, como si todo lo que ocurrió entre nosotros fuera solo una sombra del pasado. Como si nunca hubiera importado.

Pero lo peor de todo, lo que realmente me arranca el alma, es lo que hay a su alrededor. No está solo. A su lado hay dos niños, un niño pequeño, de no más de cinco años, y una niña mayor, tal vez de siete u ocho. Están jugando, hablando entre ellos, ajenos a todo lo que ocurre alrededor. Y Raúl los mira, les habla, riendo con ellos, como si fuera lo más natural del mundo. Como si estuviera cumpliendo con lo que le corresponde, con su nueva vida, con su nueva familia.

Mis ojos se llenan de furia y de dolor al mismo tiempo. Es como si alguien me diera un golpe directo en el pecho, como si me destrozara por dentro. Allí están, Raúl, la mujer, los niños… una familia. Una familia que él ha formado mientras yo me desmoronaba, hundido en la oscuridad, sin poder entender qué había pasado entre nosotros. Mientras yo estaba atrapado en la tristeza, en la depresión, él seguía adelante, sin importarle lo que había dejado atrás. Lo que había hecho.

¿Dónde están sus promesas? ¿Dónde está todo lo que me dijo sobre un futuro juntos? ¿Sobre escapar a Argentina? ¿Sobre vivir la vida que siempre soñamos?

El dolor se mezcla con una rabia que crece dentro de mí, que se convierte en algo incontrolable. Las palabras, los mensajes, las promesas… todo se deshace ante mis ojos. Raúl nunca me amó. Era todo una mentira. Me usó, me manipuló, me hizo creer en algo que nunca existió. Mientras él construía su vida con otra persona, yo estuve perdido en la mía, atrapado por sus mentiras. Y ahora, sentado en esa mesa, él sigue su camino, riendo, como si no hubiera dejado nada atrás. Como si yo nunca hubiera importado.

Mi respiración se acelera, el enojo me consume. Mi mente estalla, y todo lo que puedo pensar es en el dolor que siento, en la humillación, en lo que perdí mientras él seguía adelante. No puedo quedarme sentado más tiempo. No puedo dejar que esto siga.

Me levanto de golpe. Las piernas me tiemblan de la ira contenida. Mis manos se aprietan en puños, y siento el calor de la rabia subiendo por mi cuerpo, como una ola que amenaza con arrastrarme. No me importa lo que piensen los demás. No me importa el lugar, no me importa el momento. Solo quiero una cosa.

Quiero confrontarlo.

Mis pasos son firmes mientras me acerco a su mesa. El sonido de mis zapatos resonando en el suelo es lo único que escucho. La furia me quema por dentro, pero algo más me empuja a seguir. Quiero que me vea, quiero que vea la furia en mis ojos, quiero que entienda lo que me hizo, lo que me hizo sentir como un tonto. Como si nunca hubiera importado, como si todo fuera un juego para él.

¡Raúl!

Lo llamo en voz baja, pero con suficiente fuerza para que se dé cuenta de que estoy allí. Mi corazón late a mil por hora, pero la ira me da el valor que necesito para dar el siguiente paso. No voy a quedarme callado. No voy a dejar que me siga usando, que me siga jugando. Esta vez, él es el que me verá. Esta vez, él tendrá que enfrentarse a la verdad.

6 Responses

  1. Que buen capitulo, todo se aclaró, con Sebastián, ojalá pague caro todo el mal que causó a Daniel y Taz ..ahora toca desenmascarar a Raúl, bien Daniel confrontalo y hazlo quedar mal …al desgranado yo pensé que era cierto lo que le escribía……….no nos dejes así Ana…otro capitulo favor

  2. Y la maravillosa Jo salvando el día…✨
    A ver si ahora sí aprendes Daniel.🤦🏻‍♀️

  3. Tazarte es puro corazón por favor, quisiera un amigo así. Ahora Danielito, a cerrar capítulos y a ponerte en el lugar que te corresponde, al día con tu propia vida.

  4. Los mellizos maravillas, jajaa los amo. Jo y jon lo maximo. Y ese sebastian es un enfermo. Ahora Dan tienes q ver como lo arreglas. Queee??? Raul si continuo con su familia y tiene hijos? Ay nooo y ahora que quiere? Porq tanto drama sera por dinero? Mucho desgraciado.

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